En dicha inteligencia remitimos notas a la Presidente de la Nación, al Ministro de Justicia y a todos y cada uno de los Diputados y Senadores manifestando las motivaciones de nuestra rotunda oposición.
Acudimos personalmente a las reuniones preliminares en las Comisiones pertinentes de las Cámaras de Diputados y de Senadores recalcando que el proyecto afectaría decisivamente tanto a los justiciables como a sus abogados puesto que, ya por entonces el Banco de la Nación Argentina ocupándose sólo del Fuero Civil prestaba una lamentable atención al público para realizar cualquier gestión judicial en su Sucursal Tribunales de Uruguay y Lavalle.
A modo conciliatorio propusimos que el Fuero Nacional siguiera en la esfera del Banco de la Ciudad de Buenos Aires y que el Federal se transfiera al Nación, como ocurre en las Provincias, máxime ante los reiterados anuncios sobre la futura transferencia de la Justicia Nacional a la Ciudad, lo que convertiría necesariamente a la reforma en un dispendio innecesario tanto de esfuerzos económicos como humanos. La propuesta, obviamente, ni fue considerada.
También advertimos sobre la incapacidad edilicia e informática del Banco de la Nación para afrontar el desafío, puesto que ya con un solo Fuero, las demoras eran interminables prolongándose por horas cualquier tramitación.
Preguntamos a los legisladores nacionales: "Si con un solo Fuero la Sucursal Tribunales del Banco Nación está colapsada. ¿Qué pasará cuando deba atender todos los fueros?". La respuesta era obvia: El caos.
Acudimos personalmente a las reuniones preliminares en las Comisiones pertinentes de las Cámaras de Diputados y de Senadores recalcando que el proyecto afectaría decisivamente tanto a los justiciables como a sus abogados puesto que, ya por entonces el Banco de la Nación Argentina ocupándose sólo del Fuero Civil prestaba una lamentable atención al público para realizar cualquier gestión judicial en su Sucursal Tribunales de Uruguay y Lavalle.
A modo conciliatorio propusimos que el Fuero Nacional siguiera en la esfera del Banco de la Ciudad de Buenos Aires y que el Federal se transfiera al Nación, como ocurre en las Provincias, máxime ante los reiterados anuncios sobre la futura transferencia de la Justicia Nacional a la Ciudad, lo que convertiría necesariamente a la reforma en un dispendio innecesario tanto de esfuerzos económicos como humanos. La propuesta, obviamente, ni fue considerada.
También advertimos sobre la incapacidad edilicia e informática del Banco de la Nación para afrontar el desafío, puesto que ya con un solo Fuero, las demoras eran interminables prolongándose por horas cualquier tramitación.
Preguntamos a los legisladores nacionales: "Si con un solo Fuero la Sucursal Tribunales del Banco Nación está colapsada. ¿Qué pasará cuando deba atender todos los fueros?". La respuesta era obvia: El caos.